El
lenguaje es considerado como exclusiva facultad de la humanidad, sirve para articular
la noción del mundo, convirtiéndose en el principal instrumento en la praxis, fundamentalmente
con fines informativos, interpretativos, de difusión y emisión de los
pensamientos de las personas.
El lenguaje que es practicado en la
mayoría de los países de Latinoamérica es el denominado lenguaje andrócentrico,
el mismo que no es inofensivo, ya que a través de la interacción cotidiana
entre las personas se reproducen expresiones con contenidos inequitativos que
se convierten en mensajes condicionados y estereotipados. Para posteriormente
efectivizarse en las prácticas sociales, por lo tanto el accionar de la
humanidad y los hábitos sociales están acorde con lo que han aprendido con este
tipo de lenguaje.
Cabe destacar que tanto mujeres como hombres tienen
sus propias características psicológicas, emocionales,
culturales, lingüísticas, éticas, espirituales, estéticas, etc., pero en la
práctica sus identidades y sus roles no son elegidas sino más bien son
asignadas por la trasmisión de este tipo lenguaje que ha sido naturalizado por el
sistema patriarcal.
Y debido a lo antes mencionado, uno de
los grandes objetivos ha sido analizar varias teorías que hacen el esfuerzo por
corregir las dinámicas patriarcales, con la esperanza de encontrar enfoques que
aporten ideas y críticas con respecto a la naturalización del lenguaje
androcéntrico que es el que contribuye a reproducir una sociedad desigual.
En este contexto, varias teorías y
documentos relacionados confirman la complejidad de sustentar el cambio del
lenguaje androcéntrico cotidiano, ya que este tipo de comunicación
históricamente ha sido establecido y regulado socialmente. Por lo que las y los
autores seleccionados han propuesto la necesidad de un cambio de lenguaje.
Además es importante considerar que esta problemática
social surge al momento de comunicarse por medio del lenguaje ya que: “El lenguaje no sólo refleja y comunica los hábitos y
valores de una determinada cultura sino que conforma y fija esos hábitos y
valores.” (Facio y Frías, 2005: 27). Es decir los estereotipos de dominación se van
naturalizando en el hábitus de las personas acorde a lo que han aprendido en el
lapso de su vida y a los elementos culturales elegidos por la propia
colectividad.
Pero esta dinámica social no está
establecida por leyes naturales sobre las cuales no se tenga la posibilidad de
intervenir o de accionar, por lo tanto se debe buscar argumentos que permitan
alcanzar las posibilidades de reestructurar de alguna manera el lenguaje formal
androcéntrico que se utiliza en la cotidianidad y esto sólo puede ser factible
a partir de que las personas reconozcan las dinámicas diferenciadas que
prevalecen en la formación de la
humanidad.
Varios documentos, han permitido identificar
algunos tipos de afectaciones que atraviesan las personas en las
interacciones sociales, especialmente:
invisibilización, manipulación, discrimen e identidad estereotipada. Pero a pesar
de las resistencias existentes al respecto, se hallan trabajos relacionados que
contribuyen con el cambio del lenguaje a uno diferente, uno que contenga
principios de valoración y refleje a todas las personas con sus diferencias cuando
sean nombradas.
Sociológicamente
el uso del lenguaje cotidiano que se reproduce
en la interacción social apoya y regula la visión del comportamiento humano en
la cotidianidad. Así como
también se contextualiza al lenguaje como eje analítico en las ciencias
sociales y en las complejas pero variadas relaciones de desigualdad que tienen
las personas cuando se comunican.
En conclusión, por medio del lenguaje
se emiten discursos que tienen por lo general un contexto de manipulación en el
accionar de las personas y también de los cuerpos; ya que el cuerpo y la mente
son considerados como un punto de intersección entre las complejas relaciones
entre el poder y el saber. Esta reflexión permite decir que las personas ceden
ante el poder del discurso que emiten otros, ya que por este medio se califica
y se clasifica los atributos físicos de los cuerpos y morales de las mentes, entonces
nos podemos dar cuenta que de esta manera contribuyen a mantener ese
tratamiento diferenciado existente entre mujeres y hombres.