Para analizar el poder que tiene el lenguaje,
se ha procedido a analizar en primer lugar desde una perspectiva histórica, ya que
la dinámica cotidiana del lenguaje es una de las características ancestralmente
primordiales de la humanidad, por lo tanto es considerada una herramienta de
transmisión de ideologías, de culturas
tradicionales dominantes y de continua reproducción de visiones hegemónicas androcéntricas, instaurando
poder en los diferentes procesos coyunturales.
Los grupos dominantes en los ámbitos de la
política, economía y/o cultura, son quienes se han apropiado del lenguaje y esto
se determina porque son quienes han generado aquellos discursos llamados
verdaderos, imponiendo las reglas que les garantice mantener el poder y además
establecer identidades, doctrinas, tradiciones, prohibiciones, mitos, paradigmas,
etc.
Discursos elaborados que posteriormente han sido reproducidos en la
cotidianidad por todas las personas en
las interacciones sociales.
Esto
significa que las personas se han apropiado de estos discursos elaborados y
posteriormente son quienes se encargan de difundir lo aprendido, generalmente
por medio del lenguaje verbal.
Según Michel Foucault, “todos estamos aquí para mostrarte que el discurso está
en el orden de las leyes, que desde hace mucho tiempo se vela por su aparición;
que se le ha preparado un lugar que le honra pero que le desarma, y que, si
consigue algún poder, es de nosotros y únicamente de nosotros de quien lo
obtiene” (Foucault, 1992: 4).
Entonces
se puede decir que ciertos grupos sociales que tiene el poder, se han apropiado
de las palabras para convertirlas en discursos pero con contenidos
prejuiciosos, asumiendo por lo tanto que
es la causa del por qué la humanidad entiende que la organización de la
sociedad es meramente construida en base a los diferentes procesos de
desarrollo histórico y de la cultura. Sin evidenciar el fondo de los discursos
que han sido elaborados para definir la construcción social.
Foucault cuando se refiere a que el
discurso tiene poder expresa:
Yo supongo que en toda sociedad la producción del discurso está a la vez
controlada, seleccionada y redistribuida por un cierto número de procedimientos
que tienen por función conjurar los poderes y peligros, dominar el
acontecimiento aleatorio y esquivar su pesada y temible materialidad (Foucault, 1992: 5).
La humanidad en general, tiene
presente en sus imaginarios que los discursos que son transmitidos por medio
del lenguaje, tienden a ser la verdad absoluta, por el simple hecho de que son
reproducidos por instituciones creadas por el mismo sistema, a las que también
se les ha otorgado la responsabilidad de difundir cómo está configurada la
denominada estructura social.
Y mientras más
veces se van repitiendo esos discursos
construidos, se han ido convirtiendo en palabras legitimadas y que posteriormente
son aceptadas e incluso reproducidas sin tantos cuestionamientos, por lo tanto
una vez más se establece que las personas continuarán actuando y relacionándose
socialmente acorde a lo que han receptado, aprendido y difundido.
Por ejemplo, dentro de las familias
utilizan palabras que enseñan mensajes con tendencia a la organización familiar
piramidal, es decir nombrar al hombre (padre) quien es considerado como la
persona que tiene toda la autoridad y el poder dentro de esta institución,
situación que implanta esquemas diferenciados ya que las mujeres se convierten
en el centro de la desigualdad social.
Sobre el
tema del discurso que tiene poder, enunciado por el filósofo Michel Foucault,
refiriéndose al discurso como un conocimiento que es controlado,
seleccionado y redistribuido por un cierto número de procedimientos que tienen
por función conjurar sus poderes y peligros, se debe empezar a tener un
pensamiento crítico para comprender que los procesos sociales son producto de
los discursos determinados por las estructuras de poder.
Al analizar, el poder que tiene el discurso en
relación con las interrelaciones sociales, se llega a la conclusión de que el
discurso al formar parte de las relaciones sociales y al ser manipulado se convierte en una problemática
social, ya que se puede indagar que el sistema simplemente se olvidó y/o no le
dio la importancia relevante que es diferenciar y designar a los seres humanos
acorde a sus especificidades:
Era
necesario que reuniera en una sola y única operación lo que el lenguaje
cotidiano mantiene por separado: debe designar a la vez muy precisamente todos
los seres naturales y situarlos al mismo tiempo en el sistema de identidades y
de diferencia que los relaciona y los distingue unos de otros (Foucault, 1968:
139).
Esta expresión seguro debe ser porque la
comunicación con el lenguaje funciona subsumido a un ritual repleto de
restricciones, como lo destaca Foucault,
“es el ritual el que define la cualificación que deben poseer los individuos
que hablan (y que en el juego de un diálogo, de la interrogación, de la
recitación deben ocupar tal posición y definir tal tipo de enunciados)” (Foucault,1992:
24), reflexión que deja un profundo contenido, ya que el poder que tiene el
lenguaje es indiscutible, por las secuelas
que ha generado en el
receptor que escucha y en el emisor que se expresa.
Bajo esta perspectiva, el lenguaje por ser un instrumento
reproductor de saberes, de poder y en general de las dinámicas establecidas, es
que se considera que existen varios motivos por los que la desigualdad está
presente en la humanidad, a esto se suma el hecho de que los actores
involucrados aceptan todas las posiciones hegemónicas y tienden a resignificar
todo aquello que intercambian con el lenguaje.