La realidad empieza
a tomar forma para la humanidad, cuando construye, experimenta y pone en práctica
sus vivencias individuales, tanto en las interacciones sociales como en la organización
de la materia que tienen a mano, estas praxis inconscientemente van definiendo sus
vidas, sin indagar primero ¿Por qué se deben adaptar y copiar diversas
circunstancias que son establecidas como realidad?, la respuesta es simple:
porque caso contrario no pasan a formar parte de la dinámica del sistema o de la
lógica de un espacio.
Realidad es que la vida humana desarrolla
su conciencia, aprendizaje y razonamiento en un mundo conformado por materia, hechos
naturales, etc.; pero se debe tener presente que estos fenómenos ya fueron previamente clasificados,
discriminados y jerarquizados por una sociedad predominantemente androcéntrica.
No es real, es que ese conjunto de fenómenos estructurados que
son construidos por la humanidad y reproducidos
por medio del lenguaje, se eleven a
un estatus de realidad, porque definitivamente la coexistencia humana es influenciada.
La conciencia, el razonamiento, el aprendizaje, las costumbres, los comportamientos
y el lenguaje son productos sociales.
Se argumenta que la realidad es construida por cada
actor social con sus diferentes estrategias, pueden ser verbales, gestuales,
corporales.[1] Pero la
realidad es que se ha forzado al principal instrumento que es utilizado por la
humanidad “el lenguaje”, porque
contribuye con la transmisión de conocimientos e ideas para naturalizar de manera
visible o sutil la dominación, e incluso con presuposiciones
positivas mantener un conocimiento uniforme, es decir consolidando las especificidades
e identidades pre establecidas por el sistema patriarcal.[2]
Además es
importante considerar que la problemática social surge al momento de
comunicarse por medio del lenguaje ya que: “El
lenguaje no sólo refleja y comunica los hábitos y valores de una determinada
cultura sino que conforma y fija esos hábitos y valores.” (Facio y Frías,
2005: 27). Es decir los estereotipos de dominación se van naturalizando en el
hábitus de las personas acorde a lo que han aprendido en el lapso de sus vidas
y a los elementos culturales elegidos por la propia colectividad. [3]
Pero es importante destacar que la realidad de la dinámica
social no está establecida por leyes naturales sobre las cuales no se tenga la
posibilidad de intervenir o de accionar, por lo tanto se debe buscar herramientas
o métodos que permitan alcanzar la posibilidad de reestructurar de alguna
manera el lenguaje formal androcéntrico, trasmisor de cultura, estereotipos, etc., y poder cambiar la realidad inequitativa a una realidad equitativa.[4]