EL LENGUAJE, SEGÚN ALGUNAS CORRIENTES DE LAS CIENCIAS SOCIALES
CAPITULO 1 (1.1)
El propósito de este capítulo, es dar cuenta de lo que
proponen los autores Erving Goffman y Herbert Blumer, teóricos de la corriente del INTERACCIONISMO SIMBÓLICO y Alfred Schutz exponente de la TEORÍA DE LA SUBJETIVIDAD, teóricos que consideran que el tema del lenguaje tiene un relevante
reflejo en la interacción social, ya que exponen que por medio del lenguaje se da
sentido a los significados establecidos (conceptos asignados), con el objetivo
de que las personas se relacionen de manera coherente acorde al sistema y que ha
servido también para conservar la organización de la sociedad.
Todas estas categorías analizadas permitirán dar argumentos
y explicación sobre los fenómenos desiguales que acontecen al utilizar el
lenguaje vigente en la cotidianidad, ya que la sociedad todavía no reconoce la relación
que tiene el lenguaje en las múltiples implicaciones que se han generado en la
organización política, social, económica, educacional y cultural. Además
servirán para cuestionar un lenguaje que ha sido capaz de generar discrepancias
sociales.
Un preámbulo del enfoque de la teoría de la interacción
social sobre el lenguaje, es que se define como el reflejo del orden social
establecido, debido a la influencia que el lenguaje cumple en el desarrollo de
las relaciones sociales y en la medida adecuada que permite cumplir un conjunto
de normas, valores, tradiciones y actitudes subyacentes que son transmitidos
tácitamente en la vida cotidiana y que además van generando vínculos acorde a
las experiencias obtenidas por los actores.
En la vida cotidiana las personas se relacionan de
acuerdo a la perspectiva de vida que conocen, así lo considera el autor Erving Goffman al
exponer que “es también muy importante que comprendamos que en realidad no
conducimos nuestras vidas, no tomamos nuestras decisiones y alcanzamos nuestras
metas en la vida diaria en forma estadística o científica” (Goffman, 2001: 15),
es decir nuestros conocimientos son basados en la información que ha estado
disponible y alineados en nuestra existencia.
Desde este enfoque, se demuestra que la realidad de las
dinámicas sociales que se dan en la vida cotidiana, son frecuentemente
establecidas a partir de los conocimientos y/o las conclusiones que obtienen
las personas de las experiencias externas e internas, en otras palabras, las
personas se integran en la sociedad acorde a las representaciones sociales que
se les ha provisto y por lo tanto son el reflejo de las prácticas e
interacciones cotidianas naturalizadas que han experimentado.
Adicionalmente, el autor presenta la existencia de un sin
número de categorías que la humanidad genera en la cotidianidad como: roles,
actividades, fachadas, apariencias y modales, de las cuales las personas tienen
que elegir, adoptar o establecer para relacionarse entre comillas “eficazmente
en su vida cotidiana”, ya que tienen que ir asumiendo los roles asignados que
determinan acciones y/o también dependen de las circunstancias que se les haya
presentado para elegir la manera de cómo relacionarse e interactuar.
Un dato interesante al respecto, es que cuando las
personas eligen una cierta manera de interactuar en su vida cotidiana,
entienden que toda selección aplicada en su vida les acarreará a un futuro
prospero o a un número indeterminado de problemas que tendrán que afrontar,
también reconocen que estos problemas los pueden resolver dependiendo del status
social al que pertenezcan, al orden jerárquico en el que se encuentren, etc.
Para comprender la interacción social en la vida
cotidiana de las personas, se debe también analizar desde la estructura del mundo social, porque el mundo social en el que se
coexiste no pertenece a una sola persona sino a todas las personas que
conforman la sociedad, además esto implica profundamente las diferentes
maneras o estilos que adoptan las personas para vincularse y sostener
relaciones sociales duraderas en los diferentes espacios (Schutz, 1974).
Por lo tanto, la función social que cumple el lenguaje en
la vida cotidiana, a más de ser un medio para comunicarse, pasa a convertirse
en un problema estructural, porque se ha percibido que es una estrategia de organización
de la humanidad, y esto se deduce a partir del proceso de comunicación que existe
tanto del emisor como del receptor. Al acoger los mensajes en sus relaciones
sociales cotidianas, las personas se encuentran frente a la capacidad de ser
influenciados, formados y de ser mediadores, características principales de la
humanidad.
Con la finalidad de realizar un análisis profundo, se ha buscado
varias teorías y debates que se han desarrollado en el marco de la teoría de la
interacción, en la que sostienen que las personas tienen diferentes modos de
interrelacionarse y esto contribuye abismalmente con el proceso del conocimiento recíproco de las “cosas entre dos o más sujetos”[1] (Blumer, 1969: 2).
La teoría de la interacción, contempla diferentes formas
de analizar las variadas relaciones sociales existentes y la perenne construcción de la conducta humana,
por lo tanto es trascendental identificar la gran contribución que proporciona
esta teoría, con la finalidad de reflexionar y generar procesos críticos sobre
las dinámicas sociales y culturales que se proveen del orden establecido.
En primera instancia es fundamental reflexionar sobre la
perspectiva de Blumer con respecto al “Interaccionismo simbólico” ya que el
autor sostiene que las personas tienen diferentes modos de interrelacionarse y
esto contribuye profundamente con el proceso del conocimiento recíproco, así como también considera
que el comportamiento de la humanidad está acorde a los significados que
orientan sus actos a futuro (Blumer, 1969).
Analizar al lenguaje desde esta perspectiva, entonces se
fundamenta que la reproducción de las prácticas cotidianas es el resultado
del orden social establecido, es decir
la construcción, desconstrucción y transformación social pasa necesariamente
por los procesos naturalizados de las
dinámicas institucionales en relación con la existencia de la humanidad.
Así también para el teórico Blumer, el término “significado” tiene una gran connotación, porque expone que
“es fruto de un proceso de interacción entre los individuos, es decir es un
producto social que se da a través de las actividades que definen al individuo
a medida que estos interactúan” (Blumer,
1969: 4). Este tipo
de pensamiento aporta para complejizar y desvirtuar los significados, ya que éstos se van formando
en el tiempo y acorde a la interpretación que realiza cada persona.
Además, las personas por medio del lenguaje establecen los
significados, ya que se atribuye que los significados son un “elemento central
en las personas” (Blumer,
1969: 3), porque la
humanidad crea esquemas marcados que son el resultado de las expresiones de los
elementos psicológicos, en las que intervienen las percepciones y los paradigmas,
y también sobre lo que se reflexionan sobre la vida y las cosas.
El autor también relaciona el “significado con la interpretación”, ya que determina que esta
relación se puede efectuar cuando una persona interactúa consigo misma/o, pero
encaminando sus actos acorde a los significados que haya obtenido y aprendido
en su vida, así como también cuando las personas interactúan con otras y en
este proceso de interacción se ha generado la manipulación del significado, ya
que debemos reflexionar que todo depende del lugar, del tiempo y de la
situación en la que se encuentren.
Desde otra perspectiva, Goffman coincide en la idea de
que las personas necesariamente trasmiten información en la interacción, pero
acorde a las expresiones que realizan las personas en su vida cotidiana, es
decir dependiendo del tipo de expresividad que utilicen para transmitir la
información, ya que incluyen símbolos verbales con el propósito de que el
mensaje que emiten sea comprendido y aceptado.
Este debate en torno a la interacción que tienen las
personas en la cotidianidad, resulta ser compleja en vista de que influyen
varias condiciones y lógicas sociales que están articuladas en el sentido
tradicional, ya que la manera de comunicarse está sujeta a emplear tácticas
proyectadas a mantener, reforzar y si es posible proteger la estructura
hegemónica históricamente
establecida.
En este sentido, se ha identificado que las prácticas y las
relaciones sociales tienen dinámicas históricas de poder desiguales, razón por la cual han afectado de manera arbitraria
a un porcentaje de la sociedad.
El “Interaccionismo Simbólico” reconoce la importancia de
la naturaleza de la teoría de la interacción social en vista que “es un proceso
que forma el comportamiento humano” (Blumer,
1969: 6) y también porque es una manera
diferente de analizar las relaciones humanas, es decir desde el punto de vista
social. Por lo tanto esta teoría fortalece el estudio del lenguaje en la cotidianidad, ya que la
actitud de las personas se encuentra vinculada con la reproducción de los prototipos
sociales.
Con la finalidad de profundizar el uso del lenguaje en la
cotidianidad, se considera imprescindible también analizar la teoría de la interacción social, porque contribuye
al reconocimiento de las dinámicas que se generan en la sociedad. El sociólogo y filósofo austriaco Alfred
Schtuz, es uno de los principales exponentes del Sentido Común en el mundo de la vida cotidiana, destaca la
importancia de la intersubjetividad, la acción humana y el medio tipificado
como dinámicas hegemónicas que forman parte de la interacción social,
categorías que están asociadas recíprocamente para naturalizar conductas,
conocimentos y reafirmar las realidades establecidas en la organización humana.
Desde el punto de vista de Schutz, la “Interacción social: son construcciones
referentes a la comparación del otro y que están basadas en la idealización de
los motivos de la acción” (Schutz, 1974: 51), estas determinaciones describen
que generalmente en este ámbito se reproducen acciones que pueden ser
complejas, ya que las conductas y las acciones son motivadas por influencias y
han sido percibidas por la humanidad en todos los ámbitos sociales.
Las personas obtienen conocimiento de las cosas a partir
de un “mundo intersubjetivo o socializado desde el principio de sus vidas”
(Schutz, 1974: 41), esta afirmación sin lugar a dudas nos ayuda a entender que las personas desde que nacen empiezan a
comprender la vida desde el punto de vista de sus relaciones directas,
parientes y posteriormente de las personas que les rodeen en su vida cotidiana,
quienes a su vez seguramente tuvieron la misma experiencia, esto significa que
la manera de interactuar es rotativa y por supuesto con el mismo lenguaje
naturalizado.
Además el autor expresa que los “actores en el mundo social
definen sus realidades que están enraizados en una realidad intersubjetiva”
(Schutz, 1974: 19), en otras palabras, las personas actúan dependiendo de su
realidad afectiva y subjetiva, las cuales están determinadas dependiendo la
manera como reconocen, perviven y configuran la realidad de la vida a su
alrededor.
Habitualmente se considera que el conocimiento “en su
mayor parte es de origen social, que ha sido transmitido por amigos, padres,
maestros y los maestros de mis maestros” (Schutz, 1974: 44), y es que por medio
del lenguaje las personas empiezan a entender la naturaleza de la vida y de la
sociedad con bastante claridad y es a través del conocimiento del sentido común
donde intervienen varias tipificaciones que hacen posible que las personas se
involucren o sean parte de la vida cotidiana.
De acuerdo con la teoría social de Schutz, estas
tipificaciones son “mediante los cuales se conocen a sus contemporáneos o
asociados” (Schutz, 1974: 21), por que las personas recíprocamente en las
interrelaciones sociales, tienen la posibilidad de comprender su entorno social
y transmitir sus conocimientos que son acarreados socialmente, por lo tanto
esos conocimientos que son adquiridos suelen tener mucho en común.
Hay que subrayar igualmente, que para el autor el mundo
de la vida cotidiana “es el mundo del conocimiento a mano” (Schutz, 1974:
38), confirmando de esta manera que las
personas comparten sus conocimientos preconcebidos con sus semejantes y
descubren procesos intersubjetivos que se dan en el marco de las relaciones
sociales, tomando en cuenta que todo esto depende de lo que sientan en su
interior y sobre todo en el espacio social en el que se encuentren.
Varios autores concuerdan con Schtuz con respecto a que
“El conocimiento de sentido común de la vida cotidiana es el fondo
incuestionado, pero siempre cuestionable” (Schutz, 1974: 78), este tipo de
conocimiento supone construcciones mentales sobre la realidad aprendida del
mundo externo, en donde participan algunas de sus formas, como son: las
acciones, el comportamiento y la actitud que están siempre presentes en las
interacciones sociales (Schutz, 1974).
En tanto que el autor también considera que las acciones
son “manifestaciones de la vida espontánea de las personas” (Schutz, 1974:
199), se conoce que en el momento de interactuar con otras personas presentan
sus inquietudes o sus intenciones, enfocadas acorde a lo que les interesa
conseguir o enfrentar, al mismo tiempo van legitimando - argumentando su
realidad en la interacción y en las diferentes maneras de comunicarse, por lo
tanto las acciones son producto de las circunstancias.
Con respecto al comportamiento y a la actitud de la
humanidad, el autor considera que están relacionadas principalmente con las
“experiencias subjetivamente provistas de sentido que emanan de nuestra vida
cotidiana” (Schutz, 1974: 199), es decir
son el resultado de los diferentes conocimientos cotidianos con los que han
sido disciplinados alineados e influenciados, por lo tanto, todo conocimiento adquirido proviene de un mundo
cultural intersubjetivo.
Consecuentemente, este conocimiento intersubjetivo que se
genera entre las personas, suelen ser muy diferentes, ya que son distintas las
maneras de interpretar las experiencias absorbidas y las suyas propias. Por lo
que se puede describir que la humanidad ha ido construyendo dinámicas
desiguales, por que dependen de la manera de relacionarse y de adquirir conocimientos,
sin cuestionar ó desafiar las formas de dominación, de sumisión que se
reproducen históricamente con este lenguaje naturalizado.
Estas estructuras son
simbólicas y definen el inconsciente colectivo androcéntrico, atravesando
sociedades y generaciones; y en este contexto el lenguaje es un instrumento
clave, cumplidor del papel fundamental de la reproducción social-simbólica
establecida, y esto nos hace reflexionar, que efectivamente las personas interactúan mediante gestos significantes, símbolos
lingüísticos que tienen un contenido que representa para todas la misma idea, la
misma cosa y que posteriormente dirigirán su conducta (Olivera: 2006).
[1][1]
Al decir cosas es referirse a todo aquello que una persona puede percibir en su
mundo (Blumer, 1969:2).