jueves, 19 de julio de 2018

Análisis del Lenguaje vigente con las Teorías de la Interacción Social y de la Subjetividad. Reflejo de la sociedad actual.


EL LENGUAJE, SEGÚN ALGUNAS CORRIENTES DE LAS CIENCIAS SOCIALES

CAPITULO 1 (1.1)



El propósito de este capítulo, es dar cuenta de lo que proponen los autores Erving Goffman y Herbert Blumer, teóricos de la corriente del INTERACCIONISMO SIMBÓLICO y Alfred Schutz exponente de la TEORÍA DE LA SUBJETIVIDAD, teóricos que consideran que el tema del lenguaje tiene un relevante reflejo en la interacción social, ya que exponen que por medio del lenguaje se da sentido a los significados establecidos (conceptos asignados), con el objetivo de que las personas se relacionen de manera coherente acorde al sistema y que ha servido también para conservar la organización de la sociedad. 

Todas estas categorías analizadas permitirán dar argumentos y explicación sobre los fenómenos desiguales que acontecen al utilizar el lenguaje vigente en la cotidianidad, ya que la sociedad todavía no reconoce la relación que tiene el lenguaje en las múltiples implicaciones que se han generado en la organización política, social, económica, educacional y cultural. Además servirán para cuestionar un lenguaje que ha sido capaz de generar discrepancias sociales.

Un preámbulo del enfoque de la teoría de la interacción social sobre el lenguaje, es que se define como el reflejo del orden social establecido, debido a la influencia que el lenguaje cumple en el desarrollo de las relaciones sociales y en la medida adecuada que permite cumplir un conjunto de normas, valores, tradiciones y actitudes subyacentes que son transmitidos tácitamente en la vida cotidiana y que además van generando vínculos acorde a las experiencias obtenidas por los actores.
                                    
En la vida cotidiana las personas se relacionan de acuerdo a la perspectiva de vida que conocen, así  lo considera el autor Erving Goffman al exponer que “es también muy importante que comprendamos que en realidad no conducimos nuestras vidas, no tomamos nuestras decisiones y alcanzamos nuestras metas en la vida diaria en forma estadística o científica” (Goffman, 2001: 15), es decir nuestros conocimientos son basados en la información que ha estado disponible y alineados en nuestra existencia.

Desde este enfoque, se demuestra que la realidad de las dinámicas sociales que se dan en la vida cotidiana, son frecuentemente establecidas a partir de los conocimientos y/o las conclusiones que obtienen las personas de las experiencias externas e internas, en otras palabras, las personas se integran en la sociedad acorde a las representaciones sociales que se les ha provisto y por lo tanto son el reflejo de las prácticas e interacciones cotidianas naturalizadas que han experimentado.

Adicionalmente, el autor presenta la existencia de un sin número de categorías que la humanidad genera en la cotidianidad como: roles, actividades, fachadas, apariencias y modales, de las cuales las personas tienen que elegir, adoptar o establecer para relacionarse entre comillas “eficazmente en su vida cotidiana”, ya que tienen que ir asumiendo los roles asignados que determinan acciones y/o también dependen de las circunstancias que se les haya presentado para elegir la manera de cómo relacionarse e interactuar.

Un dato interesante al respecto, es que cuando las personas eligen una cierta manera de interactuar en su vida cotidiana, entienden que toda selección aplicada en su vida les acarreará a un futuro prospero o a un número indeterminado de problemas que tendrán que afrontar, también reconocen que estos problemas los pueden resolver dependiendo del status social al que pertenezcan, al orden jerárquico en el que se encuentren, etc.

Para comprender la interacción social en la vida cotidiana de las personas, se debe también analizar desde la  estructura del mundo social, porque el mundo social en el que se coexiste no pertenece a una sola persona sino a todas las personas que conforman la sociedad, además esto implica profundamente las diferentes maneras o estilos que adoptan las personas para vincularse y sostener relaciones sociales duraderas en los diferentes espacios (Schutz, 1974).

Por lo tanto, la función social que cumple el lenguaje en la vida cotidiana, a más de ser un medio para comunicarse, pasa a convertirse en un problema estructural, porque se ha percibido que es una estrategia de organización de la humanidad, y esto se deduce a partir del proceso de comunicación que existe tanto del emisor como del receptor. Al acoger los mensajes en sus relaciones sociales cotidianas, las personas se encuentran frente a la capacidad de ser influenciados, formados y de ser mediadores, características principales de la humanidad.

Con la finalidad de realizar un análisis profundo, se ha buscado varias teorías y debates que se han desarrollado en el marco de la teoría de la interacción, en la que sostienen que las personas tienen diferentes modos de interrelacionarse y esto contribuye abismalmente con el proceso del conocimiento recíproco de las “cosas entre dos o más sujetos[1] (Blumer, 1969: 2).

La teoría de la interacción, contempla diferentes formas de analizar las variadas relaciones sociales existentes y  la perenne construcción de la conducta humana, por lo tanto es trascendental identificar la gran contribución que proporciona esta teoría, con la finalidad de reflexionar y generar procesos críticos sobre las dinámicas sociales y culturales que se proveen del orden establecido.

En primera instancia es fundamental reflexionar sobre la perspectiva de Blumer con respecto al “Interaccionismo simbólico” ya que el autor sostiene que las personas tienen diferentes modos de interrelacionarse y esto contribuye profundamente con el proceso del conocimiento recíproco, así como también considera que el comportamiento de la humanidad está acorde a los significados que orientan sus actos a futuro (Blumer, 1969).

Analizar al lenguaje desde esta perspectiva, entonces se fundamenta que la reproducción de las prácticas cotidianas es el resultado del  orden social establecido, es decir la construcción, desconstrucción y transformación social pasa necesariamente por los procesos naturalizados de las  dinámicas institucionales en relación con la existencia de la humanidad.

Así también para el teórico Blumer, el término “significado”  tiene una gran connotación, porque expone que “es fruto de un proceso de interacción entre los individuos, es decir es un producto social que se da a través de las actividades que definen al individuo a medida que estos interactúan” (Blumer, 1969: 4). Este tipo de pensamiento aporta para complejizar y desvirtuar  los significados, ya que éstos se van formando en el tiempo y acorde a la interpretación que realiza cada persona.

Además, las personas por medio del lenguaje establecen los significados, ya que se atribuye que los significados son un “elemento central en las personas” (Blumer, 1969: 3), porque la humanidad crea esquemas marcados que son el resultado de las expresiones de los elementos psicológicos, en las que intervienen las percepciones y los paradigmas, y también sobre lo que se reflexionan sobre la vida y las cosas.

El autor también relaciona el “significado con la interpretación”, ya que determina que esta relación se puede efectuar cuando una persona interactúa consigo misma/o, pero encaminando sus actos acorde a los significados que haya obtenido y aprendido en su vida, así como también cuando las personas interactúan con otras y en este proceso de interacción se ha generado la manipulación del significado, ya que debemos reflexionar que todo depende del lugar, del tiempo y de la situación en la que se encuentren.

Desde otra perspectiva, Goffman coincide en la idea de que las personas necesariamente trasmiten información en la interacción, pero acorde a las expresiones que realizan las personas en su vida cotidiana, es decir dependiendo del tipo de expresividad que utilicen para transmitir la información, ya que incluyen símbolos verbales con el propósito de que el mensaje que emiten sea comprendido y aceptado.

Este debate en torno a la interacción que tienen las personas en la cotidianidad, resulta ser compleja en vista de que influyen varias condiciones y lógicas sociales que están articuladas en el sentido tradicional, ya que la manera de comunicarse está sujeta a emplear tácticas proyectadas a mantener, reforzar y si es posible proteger la estructura hegemónica  históricamente establecida. 
En este sentido, se ha identificado que las prácticas y las relaciones sociales tienen dinámicas históricas de poder desiguales, razón por la cual han afectado de manera arbitraria a un porcentaje de la sociedad.

El “Interaccionismo Simbólico” reconoce la importancia de la naturaleza de la teoría de la interacción social en vista que “es un proceso que forma el comportamiento humano” (Blumer, 1969: 6) y también porque es una manera diferente de analizar las relaciones humanas, es decir desde el punto de vista social. Por lo tanto esta teoría fortalece el estudio del lenguaje en la cotidianidad, ya que la actitud de las personas se encuentra vinculada con la reproducción de los prototipos sociales.

Con la finalidad de profundizar el uso del lenguaje en la cotidianidad, se considera imprescindible también analizar la teoría de la interacción social, porque contribuye al reconocimiento de las dinámicas que se generan en la sociedad. El sociólogo y filósofo austriaco Alfred Schtuz, es uno de los principales exponentes del Sentido Común en el mundo de la vida cotidiana, destaca la importancia de la intersubjetividad, la acción humana y el medio tipificado como dinámicas hegemónicas que forman parte de la interacción social, categorías que están asociadas recíprocamente para naturalizar conductas, conocimentos y reafirmar las realidades establecidas en la organización humana.

Desde el punto de vista de Schutz, la “Interacción social: son construcciones referentes a la comparación del otro y que están basadas en la idealización de los motivos de la acción” (Schutz, 1974: 51), estas determinaciones describen que generalmente en este ámbito se reproducen acciones que pueden ser complejas, ya que las conductas y las acciones son motivadas por influencias y han sido percibidas por la humanidad en todos los ámbitos sociales.

Las personas obtienen conocimiento de las cosas a partir de un “mundo intersubjetivo o socializado desde el principio de sus vidas” (Schutz, 1974: 41), esta afirmación sin lugar a dudas nos ayuda a entender  que las personas desde que nacen empiezan a comprender la vida desde el punto de vista de sus relaciones directas, parientes y posteriormente de las personas que les rodeen en su vida cotidiana, quienes a su vez seguramente tuvieron la misma experiencia, esto significa que la manera de interactuar es rotativa y por supuesto con el mismo lenguaje naturalizado.

Además el autor expresa que los “actores en el mundo social definen sus realidades que están enraizados en una realidad intersubjetiva” (Schutz, 1974: 19), en otras palabras, las personas actúan dependiendo de su realidad afectiva y subjetiva, las cuales están determinadas dependiendo la manera como reconocen, perviven y configuran la realidad de la vida a su alrededor.

Habitualmente se considera que el conocimiento “en su mayor parte es de origen social, que ha sido transmitido por amigos, padres, maestros y los maestros de mis maestros” (Schutz, 1974: 44), y es que por medio del lenguaje las personas empiezan a entender la naturaleza de la vida y de la sociedad con bastante claridad y es a través del conocimiento del sentido común donde intervienen varias tipificaciones que hacen posible que las personas se involucren o sean parte de la vida cotidiana.

De acuerdo con la teoría social de Schutz, estas tipificaciones son “mediante los cuales se conocen a sus contemporáneos o asociados” (Schutz, 1974: 21), por que las personas recíprocamente en las interrelaciones sociales, tienen la posibilidad de comprender su entorno social y transmitir sus conocimientos que son acarreados socialmente, por lo tanto esos conocimientos que son adquiridos suelen tener mucho en común.

Hay que subrayar igualmente, que para el autor el mundo de la vida cotidiana “es el mundo del conocimiento a mano” (Schutz, 1974: 38),  confirmando de esta manera que las personas comparten sus conocimientos preconcebidos con sus semejantes y descubren procesos intersubjetivos que se dan en el marco de las relaciones sociales, tomando en cuenta que todo esto depende de lo que sientan en su interior y sobre todo en el espacio social en el que se encuentren.

Varios autores concuerdan con Schtuz con respecto a que “El conocimiento de sentido común de la vida cotidiana es el fondo incuestionado, pero siempre cuestionable” (Schutz, 1974: 78), este tipo de conocimiento supone construcciones mentales sobre la realidad aprendida del mundo externo, en donde participan algunas de sus formas, como son: las acciones, el comportamiento y la actitud que están siempre presentes en las interacciones sociales (Schutz, 1974).

En tanto que el autor también considera que las acciones son “manifestaciones de la vida espontánea de las personas” (Schutz, 1974: 199), se conoce que en el momento de interactuar con otras personas presentan sus inquietudes o sus intenciones, enfocadas acorde a lo que les interesa conseguir o enfrentar, al mismo tiempo van legitimando - argumentando su realidad en la interacción y en las diferentes maneras de comunicarse, por lo tanto las acciones son producto de las circunstancias.

Con respecto al comportamiento y a la actitud de la humanidad, el autor considera que están relacionadas principalmente con las “experiencias subjetivamente provistas de sentido que emanan de nuestra vida cotidiana” (Schutz, 1974: 199),  es decir son el resultado de los diferentes conocimientos cotidianos con los que han sido disciplinados alineados e influenciados, por lo tanto, todo conocimiento adquirido proviene de un mundo cultural intersubjetivo.

Consecuentemente, este conocimiento intersubjetivo que se genera entre las personas, suelen ser muy diferentes, ya que son distintas las maneras de interpretar las experiencias absorbidas y las suyas propias. Por lo que se puede describir que la humanidad ha ido construyendo dinámicas desiguales, por que dependen de la manera de relacionarse y de adquirir conocimientos, sin cuestionar ó desafiar las formas de dominación, de sumisión que se reproducen históricamente con este lenguaje naturalizado.
Estas estructuras son simbólicas y definen el inconsciente colectivo androcéntrico, atravesando sociedades y generaciones; y en este contexto el lenguaje es un instrumento clave, cumplidor del papel fundamental de la reproducción social-simbólica establecida, y esto nos hace reflexionar, que efectivamente las personas interactúan mediante gestos significantes, símbolos lingüísticos que tienen un contenido que representa para todas la misma idea, la misma cosa y que posteriormente dirigirán su conducta (Olivera: 2006).


[1][1] Al decir cosas es referirse a todo aquello que una persona puede percibir en su mundo (Blumer, 1969:2).