Reflexionar sobre el
lenguaje cotidiano es un tema tratado durante siglos.
El lenguaje ha sido analizado, discutido y reflexionado
durante siglos, percibiendo en síntesis, que durante todo este tiempo se ha
llegado a la conclusión de que el lenguaje es una herramienta que ha sido
utilizada arbitrariamente por la
humanidad, “para mantener sus creencias
mortales,”[i],
así pues han otorgado nombres a las cosas y han generado nombres a lo que no
pueden ver.
Al
respecto procuraré dar una mirada general a las posturas del pensamiento Griego
que existen sobre el lenguaje, hay dos tesis filosóficas interesantes, una es en defensa del naturalismo del lenguaje y la
otra se trata de la tesis convencionalista del lenguaje, estas tesis sostienen pensamientos
muy diferentes, de las cuales voy a mencionar lo siguiente:
“El
naturalismo considera que entre las cosas y las palabras que las nombran hay
una relación directa y propia, y que a cada cosa le corresponde un único y
verdadero nombre. Es decir que a la ‘casa’ le corresponde natural y
directamente la palabra “casa”, y que no podría una mejor manera de nombrarla” en
cambio “la tesis convencionalista sostiene que los nombres los adjudican
arbitrariamente los hombres y continúan utilizándolos por costumbre”. [ii]
Al respecto
la tesis convencionalista es la más acertada, ya que el lenguaje no puede ser
natural, simplemente porque el lenguaje ha estado al servicio de la humanidad
para establecer o fijar nombres a las cosas y a los pensamientos, - acorde a sus representaciones,
ideologías, impresiones e imágenes. Es decir siendo coherentes con sus
convicciones, pensamientos, elecciones, interrelaciones, clases y roles
sociales, ocultando toda realidad humana.
Es decir se apoyan de manera sutil del
lenguaje para moldear sutilmente a la humanidad, y articular diferentes formas de dominación y los
roles de subordinación, en otras
palabras, sencillamente porque la
intención fue, es y será que la humanidad mantenga un conocimiento uniforme.